Quantcast
Channel: Cuaderno secreto de Bon Vivant » cenas románticas
Viewing all articles
Browse latest Browse all 5

Tenemos que repetir

$
0
0
Jean-Pierre Léaud y François Truffaut en 'Domicilio conyugal', 1970. © Pierre Zucca

Jean-Pierre Léaud y François Truffaut en ‘Domicilio conyugal’, 1970. © Pierre Zucca

El otro día, ni sé cuál ya porque este Madrid frenético me pone el reloj como el del Conejo Blanco, con el tic-tac acelerado, un empresario del sector gastronómico me comentaba algo de sobra conocido por quienes nos dedicamos a esto. Que los madrileños, con fama de infieles y picaflores, olvidan con inquietante rapidez las cocinas de ayer mismo en pos de las novedades, siempre tan pintonas y con el alicatado recién clac. Ansiosos por ser los primeros en la mesa de moda, maldita palabra, moda, cuando se trata de comer, dejan de lado estupendos lugares y se hacinan sin despeinarse en esos sitios que, de repente, todo el mundo jalea a golpe de tuit. Jaleamos, porque asumo la culpa. Pero entended también que si siempre hablase de los mismos garitos esto sería un coñazo y no lo leería ni dios. Es más, os aseguro que a menudo me muerdo la lengua y esquivo volver sobre lo mismo, sobre esas mesas top en las que jamás me cansaría de repetir menú.

Dicho esto, aquí va un repaso rápido a, de lo nuevo, lo mejor:

De los recién llegados, de momento me quedo con Muta, Bacira, Sot, Rooster, Ata Club, Taberna Pedraza, Que si quieres arroz, Catalina y La Candela, que ya os lo he dicho pero refresco. A otros, como Yakitoro, La Contraseña y Le Cocó, no volvería ni gratis (ni aunque fuera para recuperar el dinero malgastado) y sabed que tampoco me veréis mucho por los mercados guirigourmet, que no me van si no es para hacer la compra o comer sushi en un taburete de Yoka Loka. Por cierto, me queda sentarme de una vez en DStage, tarea difícil porque debo encajar los días que tengo libres con los llenazos de Diego Guerrero. De los que están por llegar, mucha atención a Academia del Despiece, la esperada mesa de Sala de Despiece, a Salsa Diablo, el Bar & Grill de Christophe Pais en el diminuto local donde estuvo La Bomba Rice Bar (precedente de su exitoso La Bomba Bistrot) y a Rodrigo de la Calle, que allá donde vaya cocinará de cine.

La Tasquita de Enfrente

La Tasquita de Enfrente

La Verónica

La Verónica

De los que vuelven tras una remodelación, sobra decir que La Tasquita de Enfrente sigue estando en mi top y que no cuento ni la mitad de las veces que repito. Comería allí aunque Abraham y Juanjo me dijeran que han montado un chambao en la esquina de Desengaño. Sí, donde todo el meneo. Pronto, en cuanto abra la cocina (creo que arranca esta semana), iré a Treze para seguir disfrutando de los platos de Saúl que tanto me gustaban en Noviciado y que ahora preparará en el barrio de Salamanca. La Vaca Verónica me sorprendió el otro día con su lavado de cara y su NUEVO nombre, La Verónica a secas. Este rincón bohemio, decadente y bullicioso, tan Madrid, al que siempre vamos en días tontorrones para comer pasta fresca con carabineros y carnaza argentina, ahora luce moderno y reposado, pero me confirman que la carta sigue igual, así que todo en orden. También Javier Muñoz-Calero reinventa Muñoca, un bistrot presentado como revival de cocina clásica y swing al que pronto iré, aunque ya os digo que poco margen de error con todo lo que sale de la cabeza de Javier, creador de Tartan Roof, El Huerto de Lucas, El Perrito Faldero, La Perrera, Belaúnde 22…

Eh, esperad, que aún hay más:

La Cesta por Óscar Velasco

La Cesta por Óscar Velasco

La Cesta por Óscar Velasco. Un claro ejemplo de por qué no es bueno “estar de moda”. La Cesta arrancó como un proyecto de varios socios entre los que se encontraba Óscar Velasco, chef de Santceloni, ese dos estrellas Michelin de Madrid que podría lucir una tercera sin sonrojarse y, según me aseguran, le caerá fijo este año. Ojalá. El caso es que, más allá de su nombre y su sobrada capacidad como asesor gastronómico, La Cesta se convirtió en un boom de temporada que acabó desinflándose a pesar de su estupenda relación calidad-precio. Ahora, el restaurante retoma posiciones con un nuevo socio, el incansable Vicente Lorente, propietario del magnífico MEATing (mira, uno de esos sitios a los que no me cansaré de ir), y con Óscar involucrado al cien por cien. El resultado, imaginad, no puede ser mejor. Algo tan sencillo como un platillo de riquísima cebolla frita (5 €) sirve perfecto para abrir apetito con una cerveza en la nueva zona de mesas altas, igual que los mejillones tigre con tomate picante (9,5 €) y la suave y adictiva crema fría de guisantes con tomate y cortezas de cerdo (6 €). Seguimos con unos ravioli rellenos de champiñones y papada (8 €), un bestial pulpo al horno (durito, que es lo suyo) con patatas mortero y salsa de pimiento (11 €), las alitas de pollo fritas con pimentón y un guacamole en el que yo no pringué mucho porque a mí las alitas me gustan solas, al vuelo (11 €), y una magnífica costilla de cerdo a baja temperatura con salsa barbacoa (8,5 €). Mejor dicho: con la SALSA barbacoa de Óscar. La de Santceloni, sí. Os he puesto los precios para que veáis que el ticket es más que ajustado. Además, ofrecen un menú especial por 37 €/pax que incluye pan, aperitivo y vino de la casa, amén de nueve platos. ¿Fetén o qué? Otra cosa: la bodega también se renueva con un apartado llamado “los 15×15″, quince vinos a quince euros entre los que encontraréis etiquetas estupendas como Cachito Mío, un fenomenal tinto de Toro de La Casa Maguila que yo descorcho en la intimidad cuando decido que no más agua. A menudo, vamos.

99 Sushi Bar NH Eurobuilding

99 Sushi Bar NH Eurobuilding

99 Sushi Bar NH Eurobuilding. Qué decir del 99 Sushi Bar. Mi japo favorito de Madrid (con permiso del gran Kabuki, Soy, de Pedro Espina, y Miyama), dirigido con mano maestra por la gran Mónica Fernández, del grupo Bambú, abre sucursal en el mismo hotel en el que David Muñoz ha instalado su nuevo DiverXO y Paco Roncero su brasserie. O sea, que ya tenemos una razón más para no salir del Eurobuilding hasta habérnoslo comido TODO. Y del 99 Sushi Bar podríamos empezar por los nigiris, el de pez mantequilla y trufa, el de rodaballo, el de toro flambeado, el de anguila… seguir con esa tempura de langostino tigre con mayonesa kibuchi que es la estrella absoluta de la casa (con razón), el sashimi de erizo de mar en cuanto llegue la temporada (allá por enero), el bacalao negro marinado en miso rojo… Infalible siempre, al menos, siempre que he estado yo. El precio medio aquí ronda los 60-70 € merecidos y yo tengo previsto el desembarco en breve, así que pondré los cuernos al local de Hermosilla, que me pilla más a mano, para ver cómo se desenvuelven en el hotel más gastronómico de la capital.

Osteria La Norma

Osteria La Norma

Osteria La Norma. Aunque ya os lo recomendé aquí cuando abrió, el pasado mes de marzo, vuelvo a hacerlo porque un par de visitas recientes, una de carta (35 €/pax) y otra de menú del día (9,80 €) me han enamorado aún más. Alfredo Gelso ha asentado su cocina siciliana de mercado (con fabulosas recomendaciones cada día, como esa pasta con carabineros o la loquísima mortadela trufada) y su comedor bulle a pesar de que justo al lado tiene un duro rival, el estupendo, consolidado y siempre lleno Mercato Ballaró. Entre las propuestas de La Norma, no os perdáis la burrata di búffala con caponata siciliana (una especie de pisto), los bucatini alla amatriciana (con carrillera de cerdo, tomate y pecorino romano), el rissoto all’astice, con bogavante, los bucatini con sardinas (foto) y la parmigiana alla siciliana, con berenjenas (foto). Tenéis que ir. Tenéis que repetir.

Tenemos que repetir.

Y este otoño, aunque os suene a más de lo mismo (y si no, apuntad que nunca es tarde), repetiremos Casa Pachuco porque su curry es un secreto que ya hemos compartido con medio Madrid; repetiremos donde Nino porque carnaza y carabineros siempre es un plan; repetiremos Algarabía porque las sobremesas con Pilar e Isabel deberían ser declaradas Patrimonio de la Humanidad; repetiremos Norte y Sur porque Samantha de España me llevó allí hace mil años y quiero que vuelva a hacerlo, que nos hagamos un revival (Samantha, ahí lo dejo); repetiremos Lakasa, Sacha, Arce y La Buena Vida porque el otoño es suyo, entre setas y caza; repetiremos Vietnam porque es lo más parecido a la cocina de Camboya con la que tanto flipamos estas vacaciones; repetiremos Aspen porque no sólo el ex Rey (¿se dice así?) sabe que Joaquín Felipe prepara uno de los mejores tartares de Madrid; repetiremos Punto MX porque ya echamos de menos los escamoles; repetiremos Ginger Boy porque está todo de diez, porque te lo llevan a casa y porque pronto comenzará a llover, así que plan manta; repetiremos Coque y Columbus porque comer con los Sandoval es puro disfrute siempre; repetiremos Domino’s Pizza porque la vida a veces también es un 2×1 para un domingo de resaca aunque esté más rica la masa en Picsa; repetiremos L’Entrecot Café de París porque ese filete mítico (y esa salsa, dios) solo puede comerse allí; repetiremos Cruz Blanca Vallecas porque todo el mundo quiere que empiece el frío para darle duro al cocido; repetiremos Soy Kitchen porque nos lo pasamos bomba con el loco de Julio y sus temazos chinos.

Repetiremos sin parar.

P.D. Y repetiremos, aunque eso no mole, lo de ponernos los calcetines. El trauma de cada otoño, sí. El shock del sock. De ahí el guiño a François Truffaut en la foto que manda hoy, él siempre empeñado en que le imitasen y dando órdenes a Jean-Pierre Léaud de cómo sujetarse los tobillos en una escena de Domicilio Conyugal. Truffaut, 30 años ya sin él y París lo recuerda a partir del 8 de octubre con una exposición en la Cinémathèque Française a la que TENEMOS que ir. Aunque eso implique repetir París. Como si eso nos importase.

Besos y feliz semana. Más, en Twitter e Instagram.

 

 


Viewing all articles
Browse latest Browse all 5

Latest Images





Latest Images